Durante años, los fabricantes han agregado retardantes químicos de llama a los muebles tapizados y otros productos que optimizaran la seguridad contra incendios. Sin embargo, cada vez más expertos en salud, se han alarmado por la creciente cantidad de investigaciones que conectan algunos de estos productos químicos con el cáncer, así como con la disrupción de una cantidad de sistemas en el cuerpo humano. Una petición que la Comisión de Seguridad de Productos para el Consumidor de los EEUU (CPSC) hizo avanzar en el año 2017, cita estas inquietudes y busca retirar una importante cantidad de estos productos químicos de muchos de los productos de consumo, entre ellos, los muebles tapizados.
A medida que crece la presión por prohibir estas sustancias, la búsqueda de un camino que no comprometa ni la seguridad contra incendios ni la salud, debería conducir a los elaboradores de normas en dirección a una solución ya existente y libre de toxinas —los rociadores contra incendio residenciales.
En el impulso por prohibir los retardantes químicos de llama, muchos de los promotores argumentan que los beneficios que aportan los productos químicos para la seguridad contra incendios quedan ampliamente superados por el impacto negativo que tienen sobre la salud humana. Pero el rol preponderante de los muebles tapizados en fatalidades producidas por incendios, y las estadísticas de NFPA que demuestran que los muebles tapizados participan en aproximadamente el 18 por ciento de todas las muertes de civiles en incendios residenciales, exigen cautela. Según las estadísticas de NFPA, el número promedio por año de muertes por incendio en EEUU en el que un mueble tapizado fue el primer elemento en encenderse cayó de 1,220 durante el periodo 1980–1984 a 480 durante 2006–2010, una disminución del 61 por ciento. Múltiples factores podrían explicar esta caída, pero es posible que los retardantes de llama hayan hecho su aporte. Si los elaboradores de normas se apartan de los retardantes químicos de llama, el problema de la seguridad contra incendios de muebles tapizados no puede ser ignorado simplemente.
Y no se trata sólo de muebles. Sobre todo, los hogares de la actualidad se incendian más rápidamente que aquellos construidos hace 20 años. En un incendio residencial, las típicas características modernas tales como las grandes aéreas abiertas y los métodos de construcción liviana sin protección pueden ser causantes de que las nuevas viviendas alcancen la falla estructural de un 30 a un 65 por ciento más rápidamente que una vivienda construida con métodos utilizados hace varias décadas, según informes de UL, el Consejo Nacional de Investigaciones de Canadá, y la Fundación de Investigación de Protección contra Incendios. Combinadas con un menor tiempo de ignición de los muebles construidos con materiales plásticos y sintéticos tales como sofás con almohadones de espuma, pueden desarrollarse condiciones mortales en menos de tres minutos—menos tiempo del que se necesita para que los socorristas de emergencia lleguen al lugar y a menudo menos tiempo del necesario para evacuar.
Los rociadores contra incendio compran tiempo y salvan vidas. Los rociadores contra incendio se activan dentro de los 90 segundos del inicio de un incendio para contenerlo y permiten que los ocupantes escapen. El índice de muertes en incendios residenciales en los que hay presencia de rociadores contra incendio es 80 por ciento menor que en viviendas que no cuentan con protección de rociadores. Los rociadores también brindan un beneficio de salud y seguridad para los bomberos, minimizando su exposición a incendios, al humo tóxico y a los gases que tales incendios producen.
No obstante, mientras que más de 13 estados han avanzado con medidas para prohibir los retardantes químicos de llama, sólo dos de esos estados, California y Maryland, requieren que la construcción residencial cumpla con las normas actuales que incluyen rociadores contra incendio. En ningún otro lado existen directivas estatales que sigan el requisito de rociadores, lo que significa que la vasta mayoría de las nuevas viviendas unifamiliares del país se construyen sin rociadores contra incendio.
Mientras que los elaboradores de políticas se confrontan con las ramificaciones de salud del debate sobre productos químicos retardantes de llama, no puede perderse de vista el problema real de los incendios residenciales. La CPSC debería por supuesto, actuar para proteger la salud de los consumidores, pero al hacerlo, debería también fomentar enfáticamente en los estados y otras jurisdicciones la adopción de códigos de edificación actuales que requieran rociadores contra incendios. La CPSC asimismo debería continuar buscando estrategias específicas para muebles tapizados, entre ellas mejores materiales de barrera y otras medidas de seguridad contra incendios que no resulten tóxicas.
Todos los elaboradores de políticas deben defender la salud de los consumidores así como la seguridad de los consumidores. Juntos, podemos aliviar los riesgos para la salud sin comprometer la seguridad contra incendios.
MEGHAN HOUSEWRIGHT es directora del Instituto de Políticas de NFPA.