El premiado de este año con el Premio Nacional para la Humanidad, Hugh Eakin escribió un editorial en el Washington Post sobre el tesoro histórico de historia latinoamericana que desapareció en las llamas del Museo Nacional el 2 de septiembre. El antiguo palacio real del siglo 19 tenía más de veinte millones de artefactos, incluyendo registros de idiomas que no se hablan más, artefactos greco-romanos, fósiles de dinosaurios, momias egipcias y muchas más piezas irreemplazables. No hubo muertes por el horario del incendio, pero el edificio y un estimado del 90% de la colección fueron destruidos por el fuego, humo y agua.
Este no es el primer incendio notable en sacudir a la comunidad cultural, o en levantar críticas en cuanto a las prioridades y políticas. Hablemos del incendio del PT Barnum's American Museum,que quedó reducido a cenizas en 1865, o consideremos que NFPA trata el tema de incendios y seguridad humana en instituciones culturales desde 1948 (desarrollando la NFPA 909, Código para la Protección de Propiedades de Recursos Culturales – Museos, Bibliotecas y Lugares de Culto), no deberíamos sorprendernos con lo que sucedió en Brasil. Triste, sí. Sorprendidos, no.
Según la Asociación Estadounidense de Museos, el presupuesto público para museos en los EEUU cayó de 38% de los presupuestos totales a 24% desde 1989. El museo brasilero también sufrió con presupuestos reducidos, pero sucedieron otras transgresiones, también, incluyendo problemas políticos, ignorancia sobre preocupaciones de seguridad, desconsiderar avisos de funcionarios y desinterés en las artes y cultura. Con estos factores en juego, y la increíble falta de rociadores e hidrantes que funcionasen en el edificio, ¿es de extrañar que Brasil, las Américas y el mundo estén lidiando con esta innecesaria y colosal pérdida?
En el artículo del Post, Eakin escribió: “Mientras testimoniamos la tragedia brasilera, puede ser muy fácil concluir que este es un problema de países pobres. No lo es. Es un aviso para todos nosotros”. El artículo cita a J. Andrew Wilson, un consultor de museos y ex-jefe del programa de protección contra incendios del Smithsonian Museum, diciendo “Existe una actitud displicente en este país que ‘el incendio no me va a suceder a mí’”. El mismo sentimiento se expresó en el Los Angeles Times, en un artículo llamado “Usted piensa que el incendio del museo en Brasil no puede pasar aquí” Reconsidérelo”.
En NFPA concordamos enfáticamente que hay más por hacer para proteger instituciones que albergan nuestra historia y patrimonio cultural. Además, creemos (y lo venimos haciendo durante 122 años) que necesitamos un ecosistema de protección contra incendios y seguridad humana en efecto para mantener todas las propiedades, personas y socorristas seguros de los incendios.
Los incendios pueden y suceden en todos lados, pero sin pasos proactivos, prácticos en acción el riesgo de peligros y la angustia aumentan inmensamente.